El primer contenido estomacal fosilizado de un dinosaurio saurópodo

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Mackenzie Enchelmaier sostiene entre sus manos el cololito de Diamantinasaurus. Foto: Stephen Poropat

Una de las grandes incógnitas en la paleoecología de los dinosaurios ha sido cómo se alimentaban los saurópodos. Su descomunal tamaño y su pequeña cabeza dificultaban conocer con precisión qué comían y cómo lo hacían. Sabíamos que eran herbívoros, pero esa afirmación se sustentaba en pruebas indirectas: desgaste dental, morfología craneal o patrones de alimentación inferidos a partir del entorno fósil. Nunca antes se había encontrado una evidencia directa… hasta ahora.

Un equipo de investigación australiano acaba de publicar en la revista Current Biology el hallazgo de un cololito perteneciente a Diamantinasaurus matildae, un saurópodo del Cretácico inferior más moderno de Australia. Los cololitos —contenidos estomacales fosilizados— son extremadamente raros en el registro fósil, lo que convierte este descubrimiento en un hito paleontológico de primer orden.

El estudio ha permitido confirmar, de forma empírica, que los saurópodos no masticaban su alimento. Esta hipótesis ya se había propuesto debido a la morfología de sus dientes, diseñados para arrancar vegetación en lugar de triturarla. El cololito refuerza esta idea: las plantas ingeridas se conservaron prácticamente enteras, sin signos de procesamiento mecánico en la boca.Para digerir este tipo de vegetales, Diamantinasaurus debía contar con un sistema digestivo gigantesco y altamente eficiente, capaz de llevar a cabo una fermentación intestinal similar a la de grandes mamíferos herbívoros actuales como elefantes o rinocerontes. Su intestino funcionaba como un procesador biológico, donde microorganismos descomponían la celulosa y liberaban nutrientes esenciales.

Entre los restos vegetales identificados en el cololito figuran coníferas como Austrosequoia, fragmentos de araucarias y hojas finas pertenecientes a angiospermas primitivas. Esta diversidad sugiere que Diamantinasaurus era un comedor generalista, capaz de consumir tanto vegetación baja como el follaje de árboles altos, posiblemente gracias a la flexibilidad de su largo cuello. Queda la incógnita de si este cololito refleja una dieta habitual o corresponde a una última comida excepcional. Aunque no se puede determinar con certeza, la variedad de especies vegetales halladas sugiere que se trata de una alimentación típica de la especie.

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