La investigación se ha sustentado en el estudio de dos elementos: rocas sedimentarias y fósiles. Los afloramientos rocosos estudiados se ubican en las localidades de Obón, Oliete y Ariño, en la provincia de Teruel. En ellos se recogieron también los fósiles analizados, pertenecientes a dos grupos: belemnites y braquiópodos, que habitaban en los mares jurásicos hace 180 millones de años.
Jorge Val, investigador de la Universidad de Zaragoza y autor de la tesis en que se enmarca el artículo, ha podido comprobar, junto a Marcos Aurell y Beatriz Bádenas, investigadores del Instituto de Investigación en Ciencias Ambientales (IUCA) de la Universidad de Zaragoza y directores de la tesis, las variaciones en la proporción relativa de los isótopos de oxígeno. El aumento relativo del isótopo pesado del oxígeno, que se ha registrado mejor en los fósiles de belemnites, más cercanos a la superficie marina, que en los braquiópodos, demuestra el efecto de unas condiciones climáticas frías.
Los nuevos datos aportados por esta investigación han llevado a relacionar esa etapa de enfriamiento con los ciclos de excentricidad, es decir, variaciones periódicas de la órbita terrestre alrededor del Sol, las cuales causaban que el nivel del mar tuviera ascensos y descensos de en torno a una decenas de metros. Estos ciclos del Jurásico se han detectado por variaciones en la composición de la roca, dado que, cuando el nivel del mar estaba más bajo, la zona se encontraba más expuesta al efecto del oleaje y se producía una acumulación de restos fósiles en el fondo marino, mientras que en etapas de nivel del mar más alto, los fragmentos de conchas eran menos abundantes y decantaban los sedimentos de grano más fino.
Lo que han podido datar con la ayuda de isótopos de estroncio es que estos ciclos son contemporáneos a los que se habían estudiado previamente en Inglaterra y Francia, es decir, eran oscilaciones del nivel del mar que afectaban a escala global en los océanos del Jurásico. La duración de cada ciclo es de unos 100.000 años y esos ciclos se agrupaban en otros mayores, de 400.000 años aproximadamente.
Jorge Val, investigador de la Universidad de Zaragoza y autor de la tesis en que se enmarca el artículo, ha podido comprobar, junto a Marcos Aurell y Beatriz Bádenas, investigadores del Instituto de Investigación en Ciencias Ambientales (IUCA) de la Universidad de Zaragoza y directores de la tesis, las variaciones en la proporción relativa de los isótopos de oxígeno. El aumento relativo del isótopo pesado del oxígeno, que se ha registrado mejor en los fósiles de belemnites, más cercanos a la superficie marina, que en los braquiópodos, demuestra el efecto de unas condiciones climáticas frías.
Los nuevos datos aportados por esta investigación han llevado a relacionar esa etapa de enfriamiento con los ciclos de excentricidad, es decir, variaciones periódicas de la órbita terrestre alrededor del Sol, las cuales causaban que el nivel del mar tuviera ascensos y descensos de en torno a una decenas de metros. Estos ciclos del Jurásico se han detectado por variaciones en la composición de la roca, dado que, cuando el nivel del mar estaba más bajo, la zona se encontraba más expuesta al efecto del oleaje y se producía una acumulación de restos fósiles en el fondo marino, mientras que en etapas de nivel del mar más alto, los fragmentos de conchas eran menos abundantes y decantaban los sedimentos de grano más fino.
Lo que han podido datar con la ayuda de isótopos de estroncio es que estos ciclos son contemporáneos a los que se habían estudiado previamente en Inglaterra y Francia, es decir, eran oscilaciones del nivel del mar que afectaban a escala global en los océanos del Jurásico. La duración de cada ciclo es de unos 100.000 años y esos ciclos se agrupaban en otros mayores, de 400.000 años aproximadamente.
LUGAR