La paleontóloga Lindsay Zanno posa con ejemplar de Nanotyrannus estudiado. NC State University
Tyrannosaurus rex es, sin duda, la estrella del mundo de los dinosaurios. Su tamaño colosal, su poderosa cabeza y su papel como uno de los últimos grandes depredadores antes de la extinción masiva del Cretácico lo han convertido en un verdadero icono de la Paleontología. Gracias a su popularidad, es también uno de los vertebrados fósiles más estudiados, un auténtico modelo para entender la biología, el comportamiento y la evolución de los dinosaurios carnívoros.
Durante décadas, los investigadores han investigado distintos aspectos de su vida: cómo se alimentaba, cómo se movía, cómo crecía y cómo ocupaba su lugar en el ecosistema. Sin embargo, entre todos los restos fósiles atribuidos a T. rex, algunos especímenes de menor tamaño han generado un debate apasionante. ¿Se trata realmente de ejemplares jóvenes de Tyrannosaurus rex… o pertenecen a otro género, más pequeño y ágil, conocido como Nanotyrannus?
El origen de esta controversia se remonta a hace casi cuarenta años y ha transcendido del mundo científico. Un pequeño cráneo de un dinosaurio carnívoro hallado en la Formación Hell Creek (catalogado como CMNH 7541) del norte de EE.UU. fue primero asignado al género Gorgosaurus y más tarde clasificado con un nuevo nombre: Nanotyrannus lancensis. Desde entonces, los investigadores se han dividido. Algunos paleontólogos lo consideraron un género válido, mientras que otros defendían que solo era un T. rex adolescente en pleno crecimiento.
El nuevo estudio de Zanno y Napoli en la revista Nature aporta nuevas y contundentes pruebas que, en mi opinión, resuelven el debate. Estos investigadores describen un esqueleto casi completo y excepcionalmente bien conservado (NCSM 40000), también procedente de la Formación Hell Creek. Este fósil comparte caracteres anatómicos con el holotipo de N. lancensis y ofrece cuatro líneas de evidencia independientes y diferentes que apoyan la propuesta de que Nanotyrannus es diferente de Tyrannosaurus:
- La madurez esquelética de Nanotyrannus comprobada mediante análisis paleohistológicos.
- La presencia de caracteres anatómicos que no cambian con la edad y que son diferentes en Nanotyrannus de Tyrannosaurus.
- La ausencia de caracteres exclusivos compartidos entre ambos géneros.
- Los resultados filogenéticos sitúan a Nanotyrannus fuera de la familia Tyrannosauridae.
El estudio paleohistológico de los huesos demuestra que el individuo NCSM 40000 tenía al menos 14 años y se encontraba en la fase final de crecimiento, lo que significa que no era un ejemplar juvenil, sino casi adulto. Esto refuta la hipótesis de que Nanotyrannus fuera simplemente una versión juvenil de T. rex. Además, muchas de las diferencias anatómicas detectadas —como ciertos canales nerviosos o caracteres craneales— se forman durante el desarrollo embrionario y permanecen invariantes en la edad adulta, lo que demuestra que no pueden explicarse como simples variaciones del crecimiento.
Una conclusión relevante de este estudio es que biodiversidad de terópodos de tamaño mediano – grande era mayor de lo considerado al final del Cretácico, coexistían al menos dos géneros de tiranosauroideos (Tyrannosaurus y Nanotyrannus) con estilos de vida diferentes. En otras palabras, la diversidad de grandes depredadores era mucho mayor y más compleja de lo que se consideraba hasta ahora, justo antes del evento que extinguió a la mayoría de los dinosaurios.
La referencia al trabajo es: Zanno, L.E., Napoli, J.G. Nanotyrannus and Tyrannosaurus coexisted at the close of the Cretaceous. Nature (2025). https://doi.org/10.1038/s41586-025-09801-6
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