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31/07/2009 (Granada, España)
Más sobre las naranjas del hombre de Orce

EL pasado 6 de julio, después de leer en IDEAL un artÃculo de opinión titulado «Las naranjas de Orce», pensé: «Mira que bien, por fin han publicado el informe que aquel famoso catedrático y asesor cientÃfico de la Junta —y por encima de todo miembro destacado del partido— debió entregar a la Dirección General de Bienes Culturales para que le retiraran a José Gubert los permisos de excavación en Orce». Pero no. Pronto me di cuenta de que se trataba de un artÃculo firmado por la Dra. MartÃn Suárez. Y digo firmado, sólo firmado. Era lógico que pensara lo que pensé, y es que el susodicho artÃculo afirma que la Junta tomó las decisiones correctas en todo momento y, sobre todo, está lleno de falsedades que ofenden la memoria de Gibert. ¿Será porque las naranjas de Orce se les han vuelto amargas a algunos de tanto apretujarlas? Y esta última afirmación me obliga a matizar, punto por punto, los comentarios de la Dra. MartÃn Suárez...
Por otra parte: ¿cómo puede afirmar que Gibert clasificaba como humano todo lo que era inclasificable si, a raÃz de la polémica Gibert se «miraba con lupa» todos los huesos? Si la Junta obró con tan buen criterio como dice, y le quitaron los permisos a Gibert por sus «tropelÃas excavatorias»: ¿por qué años después sà se le concedieron permisos al citado director técnico? ¿Acaso la Junta tiene un doble rasero? o ¿será que detrás de todo hubo o hay una mano negra? Para su información, le diré que los yacimientos se excavaron con gran meticulosidad: los huesos se extraÃan rigurosamente y se consolidaban, y el sedimento se limpiaba. Se tomaban los buzamientos, las coordenadas y las direcciones de cada uno de los huesos y después se clasificaban. Aún conservamos fotocopias de los gráficos de todas las cuadrÃculas: si alguien las quiere ver... Muchos de los que desprestigiaron la labor de Gibert con estas falsedades podrÃan aprender mucho de él: tanto sobre los métodos de excavación como a saber estar al pie del cañón en los yacimientos. Trata a Gibert de expoliador, sin un atisbo de rubor o vacilación: ¡cuando no se lo creen ni los que le pusieron la desorbitada multa! Personalmente, creo que aquella multa —que superó en mucho todas las preocupaciones que ya tenÃa José Gibert— ya se habÃa fraguado antes de que empezara la campaña de excavación. Tratar este asunto me llevarÃa mucho espacio, pero si algún dÃa quiere podemos hablar tranquilamente de todo lo acontecido...
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